❁ Galletas Dulces || One Shot

⿻19⿻12⿻2O2O ( :round_pushpin: ) 𝖲𝗍𝗀𝗈. 𝖢𝗁𝗂𝗅𝖾 ✰ ..°

✦ ✧   𝐌𝐄𝐑𝐑𝐘 𝐂𝐇𝐑𝐈𝐒𝐓𝐌𝐀𝐒   ✦ ✧

⁺ ˖˚ #SangrientaNavidad ⁺ ˖˚

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₎₎ 〉I N T R O D U C C I Ó N ⸙͎۪۫ ⊰

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Buenas. Esperando que te encuentres

de lo mejor, vengo a traer mi participa-

ción en este concurso.

Como   es de esperarse, me encuentro

bastante emocionada, ya que es primera

vez   que   traigo   algo relacionado a la

navidad   y considerando que es de mis

festividades favoritas, me es imposible

no sentir emoción.

En fin, mucho ya no hay por agregar

aquí, así que sin afán de alargar esto

más de lo que es necesario, comencemos.

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Esta es la historia de un muchacho

demasiado dulce para este mundo tan

amargo.

Un choque provocado por la ebriedad

de un joven irresponsable en víspera

de navidad fue lo que le arrebató de

las manos lo más importante en la vida

de ese pequeño castaño: sus padres.

—¿Te gustaría preparar galletas con-

migo, cariño?

Esa tarde entre suaves risas y dulces

palabras aquel pequeño Jungkook se

entretuvo preparando unas deliciosas

galletas junto a su madre, ese es el

último recuerdo que tiene de ella.

—Oh, faltan los ingredientes para el

glaseado, también un par de cosas para

la cena. Será mejor que con tu papá

vayamos a comprar antes de que se

nos haga tarde.

Una compra de último minuto que no

pareció salir bien.

No había glaseado, no había abrazos,

no   había   regalos;   solo   habían   ojos

cristalinos y almas destrozadas.

Un mal recuerdo en la memoria de aquel

infante no fue un impedimento para

conocer   a   otros niños de su edad y

hacer nuevos amigos. Luego de un año

de ese incidente el castaño se vio a sí

mismo yendo a su primer año de pri-

maria,   y si bien Jungkook no era el

pequeño más extrovertido que podrías

conocer, se llevaba bastante bien con

todos sus compañeros de escuela.

''Amigo'' es un término que él no conoció

hasta que se topó con ese chiquillo de

ojos bonitos de nombre Seokjin, quien

se autoproclamó como su mejor amigo

unas semanas después de conocerse.

—¿Tus   padres murieron? Eso es tan

deprimente.

—Mi   mamá siempre me cuenta algún

cuento   para   dormir,   ¿Hace   cuanto

no sientes lo que es eso?

—¿Pero sí recuerdas al menos lo que es

tener padres?

Quizás los niños son demasiado crueles,

pero el corazón bondadoso de Jungkook

siempre   le   impidió   apartarse   de su

mejor amigo, sin saber que cada uno de

sus   comentarios   creaba   una grieta

minúscula   en   los vacíos de su alma.

Después   de   todo,   él   es   mi    mejor

amigo, ¿No?

Los años pasaban y el par de jóvenes

permanecían   igual   de unidos que el

primer día. Nada había cambiado.

—¿Te gustaría venir a mi casa, Kook?

—Claro, hyung. ¿Después de clase?

—Está bien, podemos irnos juntos. ¿No

le pedirás permiso a tus padres?

—Muy gracioso.

Aunque el mayor no supiera, Jungkook

anhelaba saber qué se sentía pedirle

permiso para salir a sus progenitores.

Sí, por supuesto que tenía que pedirle

permiso a sus tíos, quienes tomaron la

responsabilidad de cuidar de él y de su

hermano   un   par de años mayor, sin

embargo   no   era   lo   mismo, y jamás

lo sería.

Situaciones como éstas se repitieron

centenares   de veces, en las que el

joven     castaño     era      brutalmente

humillado por su mejor amigo, tanto

entre ellos dos, como frente a otras

personas.

Como aquella vez en frente del novio

del menor.

—Oh, ¿Este es el chico que me habías

contado? Bueno, soy Seokjin.

—Soy TaeHyung, un gusto.

—Lo bueno de salir con este tontuelo

es   que   te ahorrarás la tortura de

conocer a tus suegros, a menos que lo

lleves al cementerio o algo así.

—Por un demonio, cállate.

El de cabellos dorados observó con clara

empatía   el rostro de su pareja, ro-

deando   sus hombros con uno de sus

brazos mientras le regalaba al mayor

de los tres una mirada nada amistosa.

—Hey, no me mires así, siempre hacemos

bromas así, ¿No es así, Jungkook?

—Tú solo cállate, SeokJin.

Una grieta más que se generó en su pecho.

Jungkook intentó   decirlo millones de

veces, de verdad que él lo intentaba,

intentaba decirle a su mayor lo mucho

que le dolían sus horribles comentarios,

pero ese pelinegro no parecía entender

de ninguna forma sana.

—Hyung, sabes, uh… No es lindo cuando

dices ese tipo de cosas.

—¿Qué tipo de cosas?

—Quiero decir, que hables sobre mis

padres de esa forma.

—Creo que eres demasiado sensible.

—¿Sensible?

—¿Te pondrás así por un chiste? Sabes

que no diría algo con la intención de

lastimarte, no seas así.

Mucho   más   que eso él jamás obtuvo,

solamente quedaba agachar la cabeza y

disculparse por ser tan emocional.

Quizás debió ser más imponente, quizás

debió alejarse de Seokjin apenas sintió

el dolor punzante en su pecho ante sus

palabras, quizás debió haber hecho algo

para que sus padres evitaran ir a comprar

esa tarde.

Pero no, él solo guardó sus emociones en

una caja fuerte que nadie fue capaz de

abrir, y que explotó en el momento menos

indicado.

Los años pasaron, siendo Jungkook un

guapo hombre de veintiséis años, con esa

sonrisa   encantadora   que   derretía    a

cualquiera   y   esa   mirada brillante que

parecía esconder galaxias desconocidas

y el mismo universo detrás.

¿Seguía   siendo amigo de Seokjin? Por

supuesto.   El   más   alto   seguía   auto-

proclamándose como su mejor amigo y el

menor seguía aceptando esto.

Fue cuando tenían veinte y veintitrés

años respectivamente que, sin ninguno

darse   cuenta,   las crueles bromas del

mayor habían cesado. Gracias a eso fue

que el castaño pudo cicatrizar esa herida

y perdonar a su amigo por todo, aunque

él jamás se haya disculpado.

Ahora Jungkook trabajaba en una de las

panaderías más reconocidas de la ciudad,

siendo    conocido    por    sus    deliciosos

pasteles, panecitos dulces y en especial,

por sus maravillosas galletas.

Un   recuerdo   bastante   presente que

tenía el muchacho era precisamente el

de su madre cocinando. La bella mujer

era amante de la repostería, siempre

fue   halagada   por su familia por esa

misma razón; por lo que cuando Jungkook

notó que había heredado este talento,

no dudó en sacarle provecho, enorgu-

lleciendo   a   su   progenitora   desde el

más allá.

Las festividades de fin de año estaban

cada vez más cerca, lo podías notar al

ver   a   la   multitud   desesperada    por

comprar regalos, comida, decoraciones

para sus hogares.

¿Y   cómo no?   La navidad es la fecha

perfecta para pasar tiempo de calidad

en familia, todos disfrutando y recor-

dándose lo especiales que son los unos

a los otros.

No está de más decir que para nuestro

protagonista, esto no era así, ¿Verdad?

Cuando   era más joven, la navidad la

pasaba con sus tíos y su hermano en

casa, un momento bastante nostálgico

donde todos se veían en la necesidad de

apoyarse los unos a los otros cuando el

tema de la pareja Jeon salía en medio

de     la    conversación,    recordándolos

con pesar.

Sin   embargo,   ahora no era así, y es

que   Jungkook comenzó a pasar estas

fiestas en la soledad de su apartamento,

llorando   la   muerte   de   sus padres y

ahogándose   en grandes cantidades de

alcohol hasta que su cuerpo no daba más

y debía irse a dormir.

Los   días previos a esto eran los más

duros, teniendo que preparar un pastel

tras   otro y una tarta tras otra; los

pedidos   en   la   panadería aumentaban

enormemente en esta época del año, las

personas   sabían   las   delicias   que   el

castaño   preparaba   y   no dudaban en

hacerle pedidos para impresionar a sus

familias en noche buena.

Entre estas personas es   que   estaba

incluido   su   maravilloso   mejor   amigo

Seokjin,   quien   durante   la tarde del

veinte de diciembre lo llamó por telé-

fono para hacerle un pedido.

—Hey Jungkookie, ¿Cómo estás?

—Bastante bien, hyung. No sueles

llamarme tan repentinamente,

¿Pasa algo?

—Oh sí. Verás, la navidad está a la vuelta

de la esquina y como lo pasaré en casa

de mis papás, quería comprarte de tus

galletas, las clásicas que haces.

—Claro, hyung, ¿Quieres la docena?

—Si, con eso estaríamos bien.

—Perfecto. Ve a buscarlas el veintitrés

a la panadería, para que no te estés

apurando ni mucho menos.

—Está bien. ¿Tú cómo pasarás la navidad?

¿Igual de solo que siempre? Espero que

no, debe ser triste pasar una fecha así

sin tener a nadie que te acompañe.

Una baja risa fue lo que el menor es-

cuchó después de ese comentario, sin

poder creer del todo lo que acababa de

escuchar.

¿Otra vez? No, esta vez no se dejaría

humillar tan fácilmente, ya tenía dema-

siado   que cargar como para soportar

una sola burla más.

En ese momento, todo en él explotó. La

rabia mezclada con el suplicio de vivir así

se esparció por su cuerpo, oscureciendo

su   mirada   y   sintiendo    algo    punzar

justamente en su corazón.

Ya no más.

—¿Sabes? Llevo preparando una nueva

receta de galletas, más deliciosas para

mi gusto, solo que no las he puesto a la

venta ¿Te gustaría ser tú y tus padres

quienes las prueben primero?

-Bueno, si quieres que tengamos el

honor, por mí sería maravilloso.

-Genial. Nos vemos ese día entonces.

Y cortó la llamada.

Sí, estaba consciente de lo mal y de lo

peligroso   que   era   lo   que   haría,   sin

embargo   en   esos   momentos   ya nada

importaba. La lógica se había esfumado

de   su mente, el rencor había tomado

el control.

Por esto es que poco le importó lo difícil

que   fue    conseguir   ese    ingrediente

especial que le daría el toque mágico a

sus   galletas, poco le importó estar a

punto   de   cometer algo ilegal, estaba

sumergido   en   su   propia   idea y ni él

mismo era capaz de hacerse cambiar de

parecer, aún sabiendo las consecuencias.

El día llegó. Seokjin, sin ninguna sos-

pecha   entró   a   la   bonita    panadería,

intercambiando un par de palabras con

la   joven que le atendió antes de que

saliera Jungkook por la puerta con una

hermosa   caja    en    tonos    blancos   y

decoraciones rojas, acercándose a él.

—Aquí está lo que me pediste, hyung.

—Gracias, Kookie, ¿Cuánto sería?

—Por eso no te preocupes, tómalo

como mi regalo de navidad, ¿Si?

—Gracias, de verdad. Eres tan amable.

—No hay de qué, es lo menos que

puedo hacer.

Después de una corta conversación, el

joven Seokjin salió del lugar con una

bella sonrisa en su rostro al tener en

sus   manos   lo que parecían ser unas

deliciosas e inocentes galletas.

Iba a impresionar a su familia con eso,

estaba seguro.

La casa Kim era una verdadera belleza.

Tenían   un   enorme   árbol cargado de

pequeños regalos en su base, además

de estar todo decorado en tonalidades

doradas    y    plateadas;    el    equilibrio

perfecto.

Por otro lado, la mesa estaba cubierta

por un bello mantel blanco, un par de

velas   y   el    bonito plato con las que

parecían ser las galletas más sabrosas

que podrías ver.

—¿Esas son las galletas que decías,

cielo? —habló la mujer.

—Sí, justamente. ¿Por qué no las

prueban? Jungkookie dijo que eran

especiales.

El   par de   señores de edad un tanto

avanzada   asintió, tomando   cada uno

una galleta y comiéndolas sin pensarlo

dos veces.

—Están un tanto… amargas.

—¿Amargas?

Seokjin estuvo a punto de comer una,

hasta   escuchar   a   sus    padres toser

frenéticamente casi con desesperación,

volteando a verlos y abriendo los ojos

con total terror.

Ambos se encontraban con lágrimas es-

curriendo   de   sus    ojos,    sus    rojos

tomando   un   tono   rojizo   casi en su

totalidad mientras llevaban una de sus

manos   a sus pechos. La vista se les

nubló y el aire comenzó a faltar. Sus

corazones latían a una velocidad poco

saludable y las piernas se les debilitaron

en cuestión de segundos.

Seokjin no tardó en llamar a Jungkook

para reclamar, quién inclusive se dio el

lujo de tardarse en contestar, sabiendo

qué era lo que le diría su amigo.

—¡Dios mío, Jungkook! ¡¿Qué demonios

tenían esas cosas?! ¡Mamá! ¡Papá!

—Oh ¿Tus padres se están muriendo?

Eso es tan deprimente.

F I N.

1.874 palabras.

❜↓ D E S P E D I D A ;

︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶

Como   ya te habrás dado cuenta, hemos

llegado al final de este blog.

Sin más, te agradezco por haberte tomado

unos   minutos en leer esto, espero que

lo hayas disfrutado tanto como lo hice yo

al momento de escribirlo.

Ahora yo solo me despido. Cuidate mucho,

espero que pases una maravillosa navidad.

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