Se acabó, no insistiré más.

Él me conocía, me conocía mejor que nadie, sabía mis problemas cuándo me enojaba, sabía que me ponía a llorar en la noche, porque así mis ojos parecerían hinchados al dormir tanto, él me enseñó a amar, me enseñó a superar y a ser feliz, pero no me enseñó a vivir con el hecho de que, los asesinatos, te arrebatan la esencia del alma.

No, yo no lloré ese dos de agosto, no, no lloré cuando recogieron su cuerpo, no me inmute cuándo ví sus heridas, no me sentía bien, no me sentía mal, solamente me sentí vacía.

Y solo quiero preguntarte, ¿Alguna vez me amaste, N?

Solo fuiste un amigo, pero te permití lastimarme, y por eso te odio, porque a pesar de que te decía que estabas mal, seguías actuando igual.