<img src="https://sb.scorecardresearch.com/p?c1=2&amp;c2=22489583&amp;cv=3.6.0&amp;cj=1">

candyland [an up10tion story] ;; dos

Author's Avatar
556
4

sweet addiction, pop pop pop

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que se encuentren muuuy bien.

Al fin traigo el segundo de candyland (después de más de una semana; pero la escuela no me da respiros en esta época). Antes de nada, quiero agradecer por el gran amor que recibí en el primer capítulo; la verdad que no me lo esperaba y me puso muy feliz saber que el capítulo les había gustado. Peeero, si aún no leíste el primer capítulo, haciendo click acá puedes echarle un vistazo.

Sin nada más que decir, ¡los dejo con el capítulo!

D O S

El cielo era de un color celeste puro ese día; no había una sola nube en el techo de la tierra y la naturaleza parecía cantar de alegría por el buen día. La brisa hacía bailar levemente a las ramas de los arboles y ayudaba a refrescar a quien sintiera calor.

Era un día normal en Candyland.

Cuando Eunha despertó, pensó que estaba en un hospital. La suave cama en la que estaba acostada se sentía como cualquier camilla de hospital, y un olor a limpio le llenó las fosas nasales.

Pero cuando abrió los ojos, se dio cuenta que obviamente no estaba en un hospital. El techo de la habitación era altisímo, y en él se podían ver hermosas pinturas representando el cielo y la naturaleza. La habitación también contaba con grandes ventanales por los que la luz del sol entraba furiosamente.

Al lado de la enorme cama en la que Eunha estaba acostada, una cómoda de color blanco perlado se mostraba. El otro mobiliario del lugar era común: un armario, un espejo, un tocador y una pequeña silla cerca de los ventanales, pero todo ahí parecía fino y caro, como si las cosas estuvieran hechas de plata.

Eunha se levantó de golpe en la cama, causando que una punzada de dolor apareciera en su sien. Se frotó el rostro, recordando cómo se había desmayado y las náuseas que había sentido.

Observó con cuidado la habitación y se preguntó cómo había llegado hasta ahí; ella no conocía ese lugar y ninguno de sus conocidos tendría la capacidad de ser el dueño de un lugar así.

Un montón de teorías sobre cómo había llegado al lugar llenaron su mente. Claro, se había desmayado en la tienda; cualquiera podía entrar y secuestrarla. Pero, ¿el secuestrador sería un tipo rico? No, eso no tenía sentido.

Se bajó lentamente de la cama, resistiendo el dolor de cabeza que se abría paso en su cráneo. Notó que seguía con su uniforme de trabajo puesto. "Qué alivio que nadie me haya cambiado", pensó.

La alfombra en el suelo recibió a los pies de Eunha mientras esta daba saltos cortos por la habitación, mientras buscaba entender dónde estaba. Miró por los ventanales y vio un enorme jardín debajo de ella. Dentro del armario, una buena cantidad de vestidos elegantes y de alta costura descansaban, a la espera de ser usados. El tocador estaba repleto de maquillaje y rios, además de algunos marcos para fotos vacíos.

"¿Y si el secuestrador es un tipo de Christian Grey?", pensó Eunha.

Giró sobre sí misma y comenzó a buscar alguna forma de escape. Ok, no podía tirarse por la ventana y estaba segura que no podía salir por la puerta principal. ¿Hacer un hueco en el piso? No, por la vista de los ventanales ella debía estar en un segundo piso.

En ese momento, sus ojos encontraron una puerta al lado del tocador. Caminó hacia ella en puntas de pie y la abrió con mucho cuidado. Lo que había detrás de la puerta era un baño enorme, completamente blanco y brillante. Estaba equipado con elementos de higiene básicos, pero cerca de la tina había muchas lociones, cremas y cosas de ese estilo que Eunha no conocía mucho.

En ese momento, alguien tocó a la puerta. Eunha ahogó un grito y volteó a ver la abertura principal. Se mantuvo callada mientras corría lo más silenciosamente que podía hasta su cama. Se acostó rápidamente y se tapó hasta el rostro con las mantas. Se dio cuenta que debería haberse escondido, pero su mente no estaba muy lúcida.

El toque en la puerta volvió a sonar. Eunha se calmó usando el pensamiento de que ella podía defenderse de un ataque físico (o eso quería creer) y ella se consideraba alguien de fuerte mentalidad, pero a pesar de todo, la incertidumbre por estar en un lugar que no reconocía la bañaba y la dejaba preocupada.

—¿Hay alguien ahí? —Eunha escuchó que alguien decía desde detrás de la puerta.

"No te muevas ni hagas un ruido", pensó. "Actúa como una persona dormida".

—Tal vez sigue dormida —volvió a hablar la voz detrás de la puerta.

Eunha pensó que luego de esa frase, quien quiera que estuviera fuera de la habitación se iría, pero su ánimo se vino abajo cuando la puerta se abrió lentamente. Se escucharon pasos suaves sobre la alfombra y Eunha cerró los ojos de golpe.

Eunha sintió que alguien se había parado al lado de la cama. Intentó actuar como una persona dormida; recapituló todos los cuentos infantiles donde la princesa tuviera un estado de desfallecimiento y se obligó a creer que ella era esas princesas. Sabía que su actuación no era convincente, pero debía intentar.

—Sé que no estás durmiendo —dijo la voz. La persona soltó un suspiro—. No estés asustada ni nerviosa; nadie aquí te hará daño.

Eunha siguió sin hacer un ruido; pensó que si se mantenía em su papel, esta persona se iría.

—Supongo que en serio quieres descansar —la voz volvió a hablar—. Bueno, en ese caso me iré.

Se escucharon unos pasos sobre la alfombra y el sonido de la puerta al ser abierta y luego cerrada se hizo presente en la habitación.

Eunha abrió un ojo y cuando notó que no había nadie en su campo visual, abrió el otro. Lanzó un suspiro mientras estiraba sus brazos.

Pero, en ese momento, la puerta se abrió de un portazo y Eunha lanzó un chillido.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que estabas fingiendo estar dormida!

Con su respiración entrecortada, el cerebro de Eunha pudo descifrar que esa voz era la misma que la que le había dicho que nadie le haría daño. Vaya giro de los acontecimientos, ¿no?

—¿Hola? —Eunha se enderezó en la cama—. ¿No has escuchado sobre que hay que tocar la puerta antes de entrar? ¡¿No has oído hablar sobre que no le puedes causar sustos de este tamaño a gente con el corazón débil?!

Justo en ese momento, decidió darle un mayor vistazo al dueño de la voz. Luego de observarlo, llegó a una conclusión: ese chico seguro sería el crush de un gran grupo de adolescentes hormonales.

Un rostro con buenas medidas, donde todo parecía encajar perfectamente; todo era enmarcado por un cabello que se veía sedoso y cuidado. Ese rostro era incrustado en un cuerpo que lucía fuerte que, a su vez, estaba muy bien vestido: un traje negro de etiqueta básico, sólo que el saco era bastante más largo de lo común.

El chico la miró y luego soltó una risa.

—Sí, tal vez no fue la mejor forma de darte la bienvenida —itió—, pero el grito que acabas de soltar casi me rompe los tímpanos.

—Pues perdona por reaccionar según mis instintos —Eunha se cruzó de brazos—. Pensé que mis derechos personales iban a ser violados.

Una expresión extrañada tomó el rostro del chico, pero desapareció casi al instante. Este se cruzó de brazos y dio un paso hacia la cama.

—Ya te dije que todos somos buenos aquí —otro paso más—. Eso implica, obviamente, que no vamos a "violar tus derechos personales".

—Tu entrada me dio una idea incorrecta entonces —refunfuñó Eunha.

Justo en ese momento, ella se preguntó de dónde estaba sacando tanto descaro para contestarle así a un desconocido. Supuso que los años sin su abuela estaban dando efecto.

—En fin —bufó Eunha—. ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? —espetó.

—Oh, cierto; mi entrada me impidió presentarme —el chico se acercó a la silla que estaba cerca de los ventanales, la tomó y la colocó al lado de la cama—. Mi nombre es Kuhn, un gusto —se sentó y cruzo las piernas—. ¿Y tú eres...?

—¿Por qué habría de decirte? —Eunha lo fulminó con la mirada—. Este lugar es muy bonito y todo —ella se sacó las mantas de encima—, pero si no me dices dónde estoy, me retiro del partido.

Intentó bajarse de la cama, pero las náuseas volvieron a visitarla, y tuvo que taparse la boca para no vomitar ahí mismo. El chico (¿Kuhn?) se levantó de la silla para tomar a Eunha de los hombros y hacer que volviera a la cama; la cubrió con las mantas y se acercó a la cómoda.

—Tu cabeza va a explotar si te esfuerzas mucho —le dijo—. Toma —le extendió un vaso con una bebida transparente en él.

—¿Qué es esto? —preguntó Eunha con la poca conciencia que quedaba en su mente.

—Medicina —musitó el chico.

Eunha tomó el vaso y bebió su contenido al momento en que él se sentaba en la cama. La medicina sabía a soda, sólo que mil veces más dulce. Tragó y sus extremidades se relajaron de a poco.

—Así que, ¿quieres que te explique todo ahora o quieres descansar? —el chico levantó una ceja—. Entender todo puede ser un poco complicado.

—Quiero saber —respondió Eunha—. Y quiero saber cuándo me puedo ir.

El chico soltó un risa y miró a Eunha fijamente; si había personas con miradas profundas, él era el dueño de una de ellas.

—Pues, bienvenida a Candyland —le sonrió—. Candyland es un lugar de felicidad, paz, amor y bla bla. Supongo que leíste la invitación; todo está mejor explicado ahí.

¿O sea que la invitación esa era verídica? Eunha entornó los ojos; creer en eso era bastante difícil.

—Fuiste invitada aquí porque el mundo consideró que merecías una segunda oportunidad —él se encogió de hombros—. Ya sabes, olvidar los recuerdos dolorosos y cambiarlos por memorias felices.

—¿Sabes que es difícil creerte? —espetó Eunha—. Digo, todo lo que estaba escrito en esa carta era bastante fantasioso según yo.

—Queda en ti creerlo —le respondió Kuhn—. Pero, al final, ya estás aquí, así que lo único que puedes hacer es creer.

Touché. Eunha no había pensado en eso.

—Y en caso de que todo esto sí sea real, ¿a qué te dedicas tú? —preguntó Eunha.

—Soy un guardián —respondió Kuhn, como si fuera obvio—. No soy el único, claramente. Hay 9 más flotando por esta casa.

—¡¿9 más?! —Eunha abrió los ojos por la sorpresa.

—Es difícil, pero convivir con ellos no es tan malo —lanzó un risita—. Claro, cuando su nivel de cafeína o azúcar es alto la cosa se complica, pero nada que no se pueda superar.

Eunha dudaba que vivir con 10 hombres fuera ser fácil, pero pensó que siempre podía volver a esa habitación. O mejor, podía volver a su casa.

—¿Y dónde consigo un boleto para volver a mi casa?

—Ni tú ni nosotros decidimos eso; el mundo se encarga de esos asuntos —Kuhn levantó los hombros—, aunque nadie se queda por mucho tiempo. Un par de meses, tal vez.

—¿Meses? ¡Eso es demasiado tiempo! —Eunha se pasó las manos por el cabello—. ¿No hay forma de que pueda volver antes?

—No, según lo que sabemos. El mundo te "suelta" cuando ve que ya estás recuperado de tu dolor y listo para volver al mundo —el chico suspiró—. Supongo que si pones empeño en disfrutar, el tiempo pasará más rápido. Además, el tiempo aquí y en tu mundo son diferentes. Un par de meses aquí son unos días en tu mundo.

Eunha pensó por un segundo y cayó en cuenta de que nadie la estaba esperando en su mundo. No tenía familiares que la buscarían y su amiga seguro estaría más ocupada intentando llamar la atención de algún chico. Se propuso la idea de en serio disfrutar su estadía en ese lugar, aunque seguía un poco recelosa.

—¿Algo más? —le preguntó al chico.

Este pensó por unos segundos antes de decir.

—Candyland quiere que disfrutes, y nosotros 10 estamos para eso, así que, cualquier necesidad que se te presente, dinos para poder ayudarte —él sonrió—. Sé que es complicado digerir toda esta información en tan poco tiempo, pero creo que podrás acoplarte al lugar pronto. Al final, todos tuvimos que hacerlo.

El chico se levantó de la cama, alizó las mantas y tomó el vaso vacío de las manos de Eunha.

—La medicina actúa rápido y es bastante efectiva, así que dentro de unos minutos estarás bien. Recuerda: cualquier necesidad o pedido es recibida por cualquiera de nosotros.

Eunha se sintió abrumada con la gran cantidad de amabilidad que este chico que apenas había conocido le estaba mostrando; realmente parecía inhumano pensar que él estaba ofreciendo sus servicios a alguien que le había gritado hacía unos minutos.

—Gracias —musitó Eunha, con los brazos cruzados.

El chico comenzó a caminar hacia la puerta, pero se dio vuelta hacia ella.

—Si te sientes bien, puedes tomar una ducha y cambiarte de ropa. Te estaremos esperando abajo dentro de unos minutos.

Él tomo el picaporte de la puerta, pero Eunha lo detuvo con una pregunta.

—¿Bajar para qué?

Él contestó soltando una risa, sin voltearse. Abrió la puerta y salió al pasillo. Desde afuera le contestó:

—¿No es obvio? Para almorzar. Tienes que conocer a las otras 9 personas que habitan este lugar.

Y cerró la puerta, mientras le lanzaba una última sonrisa a Eunha.

¡Hasta ahí el capítulo! Este sí que me salió largo para lo que suelo escribir, pero como fue la introducción a todo se hizo un poco más denso; ya los próximos capítulos tendrán más cosas interesantes.

Muchas gracias por haber leído este capítulo y espero que lo hayas disfrutado <3.

¡Nos leemos en un próximo blog!

candyland [an up10tion story] ;; dos-[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

[IC]sweet addiction, pop pop pop 

[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

(gif de Xiao y Hwanhee porque los dos son hermosos y los amo <3)

candyland [an up10tion story] ;; dos-[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

[IC]sweet addiction, pop pop pop 

[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
candyland [an up10tion story] ;; dos-[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

[IC]sweet addiction, pop pop pop 

[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
candyland [an up10tion story] ;; dos-[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

[IC]sweet addiction, pop pop pop 

[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]
[C]

Linked Wiki Entries

Likes (556)
Comments (4)

Likes (556)

Like 556

Comments (4)

    Community background image
    community logo

    Into •K-Pop•? the community.

    Get Amino

    Into •K-Pop•? the community.

    Get App