7.O—; Shelter.

ᴵᶰˢᵖᶤʳᵃᵈᵒ ᵉᶰ 'ˢʰᵉˡᵗᵉʳ' ᵈᵉ ᴾᵒʳᵗᵉʳ ᴿᵒᵇᶤᶰˢᵒᶰ ʸ ᴹᵃᵈᵉᵒᶰˑ

ᴵᶰˢᵖᶤʳᵃᵈᵒ ᵉᶰ 'ˢʰᵉˡᵗᵉʳ' ᵈᵉ ᵀˢᵘᵏᶤ ᵗʰᵉ ʷᵒˡᶠ ᵉᶰ ᴬᵒ³ˑ.

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2539 ᴅɪ́ᴀꜱ ꜱɪɴ ᴍᴇɴꜱᴀᴊᴇꜱ.

»[Oᴋ.]

[Cᴀɴᴄᴇʟᴀʀ.]

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¿Qué sería de ustedes en un futuro?

Después de un tiempo, dejaste de preguntarte aquello, nada cambiaba, nada era diferente. La eterna rutina los consumía en una pacífica y monótona vida.

Hubo un tiempo en el que sentada en tu habitación observando el hermoso cielo artificial cuestionaste tu vida por primera vez. No sabías por qué, no sabías de dónde pero pensamientos tales como “¿por qué estamos aquí?” o “¿quién soy?” inundaron tu mente. Divagando, tus pensamientos tomaron caminos inesperados, descubriste rincones de tu mente que nunca supiste que siquiera podía existir.

Fue entonces cuando te diste cuenta: no sabías nada más que tu nombre.

Intentaste traer a ti más recuerdos, cualquier cosa más allá del nombre de tus amigos, más allá del simple mundo que te rodeaba. No había nada.

Tu vida pasada había sido borrada. Sabías que en algún momento debiste tener una madre, una madre cuyo rostro no recordabas; sabías que en algún momento fuiste una niña, pero no había un solo recuerdo de tu infancia; sabías que de alguna forma terminaste en ese lugar, pero no tenías ni la menor idea de cómo.

Tus memorias y respuestas parecían estar en la punta de tu lengua, pero se hacían más y más borrosas a medida de que las buscabas, no tardaste mucho en darte cuenta de que estabas distorsionando lo poco que venía a tu mente con hechos que tu imaginabas.

No te diste cuenta de tu ataque de pánico al tratar de aferrarte a los fragmentos perdidos de tus recuerdos hasta que Saeran te abofeteó en un acto desesperado de traerte a la realidad.

No entendiste muy bien lo que te dijo, solo pudiste notar que todo a su alrededor estaba oscuro, Jumin, Zen, Yoosung y Jaehee estaban a unos pasos de ustedes mirándote con precaución. Buscaste los ojos color menta del pelirrojo, como si buscaras en ellos las respuestas que no hallabas por ninguna parte.

Pero no encontraste nada más que preocupación.

Rompiste en llanto.

—Está bien —te dijo Saeran en un abrazo, palmeándote la espalda un tanto tenso. No estaba acostumbrado a dar esa clase de apoyo, tampoco a consolar—. Me pasó lo mismo. Me preguntaba si sería el único.

En el día 1436 sin un solo mensaje, todos se dieron cuenta de que no sabían nada de sí mismos.

Ese era su único método para medir el tiempo, el correo de tu tableta con una bandeja de entrada vacía. Trataron de pensar qué era aquello, pero como todo lo demás se había desvanecido.

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Era el día 2539.

Observabas la bandeja de entrada en silencio, como si esperaras que en cualquier segundo apareciera un mensaje que no sabías por qué esperabas. Ni siquiera sabías quién podría enviarlo.

Esperar el mensaje era algo que se había vuelto parte de tu rutina, te sentarías al lado de tu ventana, con la tableta en manos esperando y esperando por el aviso de “un mensaje nuevo” que nunca llegaría.

Esos pequeños momentos de privacidad apartada de tus amigos los usabas para pensar, planear qué lugar visitar la próxima vez, tratar de recordar algo e incluso a veces jugabas a crear pequeños peluches con tu tableta solo para entrenar tu dibujo. Tu habitación estaba llena de juguetes por esa razón.

—Hola.

Alguien interrumpió el silencio de tu habitación, Yoosung estaba en el marco de tu puerta con una sonrisa tímida, en sus manos había una bandeja con una tetera y dos tazas de té. Le sonreíste con suavidad mientras te sentabas correctamente, dándole espacio y un gesto para que se sentara a tu lado.

El rubio entró teniendo cuidado con todas tus nuevas creaciones, era toda una proeza considerando que a penas se veía el suelo y él era bastante torpe.

—¿Qué tal todo allá abajo? —le preguntaste divertida.

—Jumin y Zen están peleando de nuevo —respondió con una risilla—. Saeran te manda esto, dice que cree que te va a gustar.

Un té nuevo, seguramente de hojas de su jardín personal. Saeran era muy dulce contigo.

—Deberíamos invitarlo a subir —propusiste mientras tomabas una taza.

—No creo que vaya a subir, dijo que iría a su jardín.

Y cuando Saeran iba a su jardín era sinónimo de que necesitaba estar solo, era su naturaleza, un tanto solitario pero muy gentil.

»¿Sabes? He estado pensando —Yoosung habló de repente llamando tu atención, sus ojos violeta estaban fijos en la taza de té que estaba en sus manos—. Tengo una madre, ¿no es así?

—Todos tenemos una madre —asentiste con la cabeza, hablando cuidadosamente. Conocías ese tono de voz en el rubio, lo usaba cuando hablaba de algo que lo ponía especialmente sentimental.

—Bueno, sí —rió nervioso—. Pero pensaba, ¿dónde está ella? ¿Será que me extraña? Sé que es algo tonto, no la recuerdo pero… siento algo extraño cuando pienso en que tengo una madre que puede estar preocupada por mi en alguna parte del mundo. No quiero preocupar a mi madre.

No era solo él. Habías pensado en ello en tus pequeños momentos de silencio al lado de la ventana.

¿Habría alguien allá en alguna parte del mundo extrañándote? ¿Preocupado por ti?

—Creo que es inevitable —le dijiste a Yoosung con sinceridad posando tu mano en su hombro—, pero creo que a tu madre, sea donde sea que esté, no le gustaría verte con esa cara larga.

Le sonreíste y él te sonrió de vuelta.

Habían desarrollado ese sistema de comunicación: si algo les angustiaba buscaban apoyo entre ustedes. Saeran les había dicho que guardarse sus problemas para sí mismos solamente les iba a hacer daño.

Abrazaste a Yoosung con un brazo, el chico te correspondió sorbiendo un poco.

—Lo siento —se disculpó tratando de mejorar su humor, le daba vergüenza ser tan emocional contigo pero no podía evitarlo, sentía que contigo podía expresarse con facilidad.

—No te disculpes, somos una familia, ¿o no? Cuando tu te sientas mal es mi trabajo escucharte y ayudarte, nos damos apoyo y nos robamos el turno para ir al baño.

Yoosung sonrió ante tus palabras.

—Jamás te he robado el turno.

—Pero yo a ti sí.

—No es como si me molestara —dijo él sinceramente, a esas alturas pensabas que podrías hacerle cualquier cosa y él nunca se enfadaría contigo.

Deshicieron el abrazo y bebieron del delicioso té de Saeran, entonces fue cuando algo captó la atención del rubio.

—¿Eh? Ese es diferente.

Señaló un juguete blanco, con ojos brillantes en azul. Era un gato robot.

—Oh sí, vino a mi mente hace un momento —le dijiste mirando al gatito—. Pensé hacerlo más abrazable pero me parecía que era perfecto así.

—Es bonito —comentó Yoosung mientras lo veía mover la cabeza curioso—. ¿Tiene nombre?

—Meowy.

Lo respondiste tan rápido que te sorprendiste a ti misma. No le habías dado nombre cuando lo creaste, es más, Meowy no era un nombre que habrías pensado tú. Vino por sí mismo como una reacción.

¿Sabías el nombre del gato? ¿Lo habías visto antes? Pensar en ello te abrió los ojos, notando por primera vez que en realidad el gato no parecía como algo que habrías fabricado tu, tenia un diseño adorable pero complicado, ni siquiera sabías cómo hacerlo funcionar pero tenías la sensación de conocer sus funciones.

Te era familiar.

Pero… ¿de donde?